
Cuatro estaciones en el bosque
El bosque en el que vivimos nos ofrece kilómetros de pistas, senderos y trochas en montañas suaves y valles verdes. Arboles centenarios y paisajes fascinantes. El paso migratorio de las aves y el silencio solo roto por el viento que acuna las ramas y por la llamada de las rapaces. Cuatro paisajes distintos, casi intactos, cuatro estaciones.

Primavera

Verano
La naturaleza se despereza del invierno y la primavera despierta la vida. Un manto verde cubre Navarra, las hayas y los robles se visten de hojas, los prados muestran un verde exuberante y las flores engalanan los prados y las fachadas de los caseríos. Susurran los animales del bosque, huele a hierba, a frescor. La primavera se palpa con los cinco sentidos.
La vida en toda su plenitud. Los verdes intensos de las copas de los árboles crean sombríos frescos que oscurecen el sol. Los helechales esconden los corzos que bajan a beber a los arroyos de agua gélida. El sonido del agua al discurrir.
Una chaqueta al atardecer. El calor no puede conquistar estos bosques indómitos.

Otoño

Invierno
Verdes, ocres, dorados y rojizos inundan el paisaje. Los montes se convierten en un bosque encantado de múltiples tonalidades. El paseo ofrece una panorámica espectacular, y todo el bosque se transforma en una sinfonía de colores.
Son meses ideales de largos paseos, de hongos y setas que salpican bosques y prados.
El invierno adormece el paisaje y un manto blanco cubre a menudo el bosque. Es época de disfrutar de los días soleados que animan a descubir los colores suaves de la estación y a pisar la nieve virgen a través de multiples senderos.
Tiempo de amigos, alubias rojas, migas de pastor, queso, vinos y licores.